Capilla de El Señor del Zapote, a principios del siglo XX, después del 1908, que fue cuando se erigió el monumento. |
*Historia de antagonismos entre naturales y españoles, que terminó con una inundación, su anexión a la ciudad como barrio de la Asunción y la sentencia de “muerte” al Señor del Zapote, en 1811, por el Santo Oficio
POR AGP
Celaya, Gto.- Aunque ya existía como pueblo o caserío prehispánico, muy posiblemente con el nombre de Nattahí, el Pueblo de Indios de Santa María de la Asunción, hoy Barrio del Zapote, fue primero en tiempo a la Villa de Zalaya y tenía un Cristo “con fama de aparecido”, que lo ubicaba en el centro de la piedad popular de toda la región.
Nattahí, siendo aún un caserío o aldea, fue sometido al dominio español en 1526 y fundado como Pueblo de Indios en 1562 con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción; casi dos años después, en 1563 o 1564, hallaron su Cristo, que nombraron el Señor del Zapote. El pueblo desapareció en 1692 por una inundación y se volvió a mencionar, ya como barrio, hasta cien años después, en 1792.
Aunque hay historiadores que cuestionan la existencia de Nattahí y otros que aseguran que ahí se fundó Zalaya y que ahí estaba el histórico mezquite donde se fundó la Villa, erigiéndose con tal motivo un monumento conmemorativo en 1908, el historiador Rafael Zamarroni, apoyado en documentos, establece como lugar de fundación de la Villa de Zalaya, la Estancia del Río, “de un tal Gaspar de Salvago”, y ubica en el tiempo y lugar al Pueblo de Indios de Nuestra Señora de la Asunción, hoy conocido como barrio del Zapote.
También exhibe documentos donde expone la tensa relación que existió entre las autoridades de la Villa de Zalaya y las autoridades del Pueblo de la Asunción que, como “República de Indios”, dependía del gobernador indígena de la Provincia de Acámbaro y éste directamente del Virrey.
La cercanía en que quedó el Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, con respecto la Villa de Zalaya (Selaya), pero siempre extramuros de la Villa, ocasionó abusos y humillaciones contra los naturales, que llegaron a pleitos legales, teniendo que intervenir, tanto el virrey de México, como el mismo rey de España, para poner orden. Pese a ello, ésto terminó hasta que desapareció el pueblo, por una inundación, el 28 de junio de 1692; reapareciendo cien años después, en 1792, pero ya como el barrio de Nuestra Señora de la Asunción.
Estos hechos se narran, principalmente, en la obra: “Celaya, tres siglos de historia...”, de Don Rafael Zamarroni Arroyo, quien tiene como principal objetivo probar que la Villa de Zalaya se fundó el uno de enero de 1571, en el lugar llamado Estancia del Río del Mezquital de Apaseo y no en el Pueblo de la Asunción o Nattahí, pero en ella aporta datos sobre el enigmático caserío o poblado.
En este plano de Celaya de principios del Siglo XIX, atribuido a Tresguerras aparece el Barrio del Zapote, pero todavía no está la Alameda, ahí llega el canal de la Zaca de Camargo.
LA HISTORIA DE NATTAHI
Aunque algunos historiadores han puesto en duda la existencia del pueblo o caserío prehispánico de Nattahí, Rafael Zamarroni, en su obra citada, publica la relación de Méritos de Don Nicolás de San Luis Montañez, dictada por mismo cacique indígena de Xilotepec, donde reseña la conquista de los pueblos del Bajío. (Páginas 161-165).
En ella se cita que, a mediados de 1526, el cacique de Jilotepec, en apoyo a los españoles, inició una expedición conquistadora por la zona poniente de su poderío, tomando presos a los enviados del Rey Caltzontzin cuando éste se negó a cooperar con ellos, los otomíes, en la conquista de Chichimeca; él solo y sus hombres siguieron adelante por la margen derecha del río Lerma o Grande de Toluca (llamado Tololotlan, según la obra: “Los Guamares, una Flor del Mezquital, de Tomás Díaz Alvarado), hasta un llano grande, donde fundaron el pueblo de San Francisco Acámbaro y ahí mismo la colonia Mexicanos, de otomíes, con autoridades independientes.
En esta expedición sometió también a los poblados indígenas de Huatzindeo y Chochones, cambiándoles sus nombre por de Santa María Huatzindeo y San Andrés Chochones. A mediados de noviembre de 1526 llegó a Xidoo (Salamanca), poblado de otomíes, quienes se sometieron bajo las mejores condiciones que les fue posible.
El 17 de noviembre, dejando un destacamento en Xidoo, la expedición partió a Nattahí, a donde llegó la tarde del 19 de noviembre de 1526, no encontrando a ningún morador en el caserío, pues al saber que se acercaba un poderoso ejército, huyeron a los montes cercanos, a donde los indios conquistadores mandaron emisarios para instarlos a volver, advertidos de que si volvían voluntariamente los recibirían como amigos, pero de negarse serían tratados como enemigos, quemarían sus chozas y a ellos les darían muerte donde fueran encontrados; así advertidos, regresaron en son de paz y los conquistadores procedieron a nombrar nuevas autoridades.
De acuerdo a la Relación de Méritos, que cita el historiador Rafael Zamarroni, se agrega que Nicolás de San Luis Montañez dirigió, desde Nattahí, el asalto y conquista de Chamacuero y Apatzecua, el 20 y el 21 de noviembre, respectivamente; sometió a los pueblos fácilmente, les impuso su cacicazgo y les cambió de nombre por el de San Francisco Chamacuero y San Juan de Apaseo. De Nattahí, no se menciona que le haya dado otro nombre.
HOSPITALILLO DE NATTAHÍ
En la década de 1530 a 1540, Fray Juan de San Miguel y Don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, además de su obra evangelizadora desplegada en toda la provincia diocesana, fundaron 20 hospitalillos para asistencia de los indios, sostenidos con el trabajo comunal, como el hospital de Huatzindeo y el de la Ermita de Nattahí.
No hay mayor información sobre la existencia del hospitalillo de Nattahí, pero varios de estos hospitales, fundados por fray Juan de San Miguel, en este valle del mezquital, y los de Don Vasco de Quiroga, en la zona purépecha, se edificaron de manera rústica y se pusieron bajo la protección de Santa María de la Asunción.
Actual capilla del Señor de la Clemencia, antes Señor del Zapote.
FUNDACIÓN LEGAL DEL PUEBLO DE INDIOS DE LA ASUNCIÓN, EN 1562
Aunque no se puede afirmar con certeza, en base a los documentos que se tienen, se dice que la fundación del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción se hizo sobre la base de un pueblo de otomíes, que ya existía con el nombre de Nattahí.
Sucedió que, en 1555 los naturales de Nattahí, como los de otros pueblos o caseríos, abandonaron sus chozas y sementeras y se diseminaron por los bosques y montes tratando de escapar de los estragos de la peste de matlalzahuatl, olvidándose de sus obligaciones con los conquistadores.
Frente a este desentendido, el 15 de febrero de 1560, el Rey Felipe II emitió la Real Cédula de Reducción de Indios, que obligaba a todos los naturales a que se juntaran a vivir en sus pueblos, bajo pena de que aquellos que no lo hicieran serían perseguidos y exterminados. El objetivo era determinar quiénes eran los chichimecas revelados y implantar el cobro de los reales tributos, que hacía cinco años estaban suspendidos.
Para hacer cumplir tales disposiciones, en la región del Mezquital de Apaseo, el Virrey Don Luis de Velasco, comisionó al Capitán Don Juan de Villaseñor y Orozco, que fue conquistador y Visitador de la Nueva España, encomendero de más de 40 pueblos, fundador de la ciudad de Valladolid y protector de la Provincia Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, quien para cumplir con la comisión, formó un pequeño ejército con los empleados y servidores de sus haciendas, de las cuales se encargaban sus 10 hijos, los Villaseñor y Cervantes.
Llegó al Mezquital de Apaseo a mediados de diciembre de diciembre de 1561 sin necesidad de combatir, porque los chichimecas se fueron a las serranías, mientras que los pacíficos naturales de otras tribus estuvieron de acuerdo en concentrarse a vivir en los pueblos.
Así, el primero de enero de 1562, simultáneamente, fueron fundados como Pueblos de Indios: el de Nuestra Señora de la Asunción (hoy barrio del Zapote), donde se concentraron a vivir los otomíes; el de San Miguel Octopan, donde se quedaron los mazahuas, y el de San Francisco Chamacuero (hoy ciudad de Comonfort), los tarascos.
Los tres pueblos, constituidos en “República de Indios”, quedaron agregados a los 59 pueblos de indios de la Provincia Indígena de Acámbaro, donde residía el gobernador, quien sólo recibía órdenes directas del Virrey, sobre todo en lo que se refería a proporcionar gente para la construcción y reparaciones de templos y edificios públicos.
Como Juan de Villaseñor y Orozco era protector de los agustinos, traía consigo a frailes de esta congregación de la Provincia de Michoacán, a quienes dejó encargados de los pueblos fundados.
El Cristo que los naturales de la Asunción o Nattahí hallaron en las inmediaciones de Chamacuero entre 1563 y 1564.
HALLAN POBLADORES UN CRISTO, JUNTO A UN ÁRBOL DE ZAPOTE
Hay, al menos, dos narraciones diferentes sobre el sacrificio de unos frailes que llevaban las imágenes de Cristo, de Pátzcuaro, donde las bendijo y entregó Don Vasco de Quiroga, a sus respectivos centros de doctrina, mismos que fueron emboscados por un grupo de chichimecas en las inmediaciones de Comonfort.
Las dos narraciones situación los hechos en fechas diferentes, pero después de un análisis que hace el historiador Rafael Zamarroni, en base a los datos y personajes participantes, como Don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, concluye que las dos narraciones corresponden a un mismo hecho, sucedido entre los años de 1563 y 1564, tal como lo sitúa el segundo relato.
Dice en resumen que, cuando un grupo de vecinos del pueblo de la Asunción regresaban de San Miguel el Grande, hallaron en el camino, en las inmediaciones de Chamacuero, en una zona pedregosa del río, la imagen de un Cristo con una flecha clavada en el costado y en charco de sangre seca; la imagen estaba junto a un árbol de zapote.
Los vecinos del pueblo de la Asunción decidieron traerlo al pueblo, le hicieron una pequeña capilla, donde empezó a ser muy visitado por todos los pueblos de indios que pertenecían a la Provincia Indígena de Acámbaro, incluso de los españoles que tenían sus estancias en el Mezquital de Apaseo.
El primero de los relatos, que también cita Don Luis Velasco en su obra la historia de Celaya, dice que eran tres los frailes y que cada uno lleva un Cristo cuando fueron emboscados por los chichimecas; los cuerpos de dos frailes y dos cristos fueron rescatados por vecinos de San Miguel de Allende y San Felipe, que hoy se veneran en dicho lugares con el nombre del Señor de la Conquista.
El tercer fraile y tercer Cristo tenía como destino el centro de doctrina de Xichú. El cuerpo del fraile nunca se encontró y el Cristo que llevaba, suponen que es el hallado por los pobladores de la Asunción, que ellos nombraron Señor del Zapote.
EL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN EN LA FUNDACIÓN DE ZALAYA,
En 1908 se erigió este monumento en conmemoración a la fundación de Celaya, aunque hay errores en las en las en las inscripciones. |
Lo de la misa al Espíritu Santo en esta ermita es una conclusión a la que llega el historiador analizando todas las circunstancias documentales, considerando que después de la misa se trasladaron a la Estancia del Río, comprada a Gaspar de Salvago para la fundación de la Villa.
La fundación de Zalaya de la Purísima Concepción se hizo en el lugar designado para el cabildo de la Villa, según el Escribano de su Majestad Don Alonso Gutiérrez García, quien levantó el acta, la cual se encuentra asentada en la Pág. 25 del Primer Libro de Cabildos, Volumen 674 del Ramo de Tierras, del Archivo General de la Nación.
TRIUNFO CÍVICO DEL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN FUE TEMPORAL
Desde la fundación de la Villa de Zalaya, la relación entre las autoridades y pobladores del pueblo de Nuestra Señora de la Asunción fue tensa, de acusaciones mutuas, de abusos y vejaciones. Las quejas de los indígenas llegaron hasta las altas autoridades teniendo que intervenir, en un caso el Virrey y en otra el mismo Rey de España.
En el primer caso, el Alcalde Mayor de Celaya, Don Diego de Monsalve y Aguilar, se negaba a entregar las varas de mando a las autoridades electas el 30 de noviembre de 1564 para iniciar su mandato el uno de enero de 1565, sólo porque no pudo imponer como gobernador de la Provincia de Acámbaro a Don Diego Jacinto, resultando electo Don Miguel Hernández, y para alcaldes: del Pueblo de la Asunción, Don Francisco Damián; del pueblo de San Miguel, Don Francisco de San Juan, y del Pueblo de Chamacuero, Don Lucas San Juan, a quienes retuvo las varas de mando hasta el 23 de enero, pese a que el Vierrey Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, ordenó la entrega desde el 10 de diciembre de 1564.
El historiador Zamarroni dijo tener en su poder el expediente completo, localizado en el protocolo del Escribano Don Agustín de Carranza Salcedo, fundador de Salvatierra, quien patrocinó a los naturales de la Provincia de Acámbaro en este pleito contra el Alcalde Mayor de Celaya, Don Diego de Monsalve y Aguilar.
El decreto dice así: “Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera etc… por la presente nombro Gobernador del Pueblo de San Francisco de Acámbaro para el año que viene de seiscientos sesenta y cinco a bos don Miguel Hernández y por alcalde del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción, EXTRAMUROS DE LA CIUDAD DE ZELAYA, a Don Francisco Damián y por Alguacil Mayor a Don Pedro Nicolás etc… (Pág. 150 de RZA).
Sobre las continuas incursiones de las autoridades de Celaya (Selaya) al Pueblo de la Asunción, quienes se quejaron de abusos, robos y vejaciones, en 1668, el Rey Carlos II expidió una Real Provisión, donde señala como lindero con Selaya una acequia y un pedazo de monte y prohíbe al alcalde de Selaya que los transponga, bajo pena de doscientos pesos de multa, en virtud de que la Real Audiencia de México comprobó abusos de las autoridades de la ciudad de Selaya, quienes acompañadas de sus esclavos y su gente, se introducían en el poblado, a altas horas de la noche, a vejar y a humillas a los indios, sacándoles los diez y doce pesos.
Aunque en este plano de 1889 ya se ve la Alameda y ya hay una calle que se une con el Barrio del Zapote el linea recta, en 1668 el pueblo de la Asunción quedaba extramuros de la ciudad por eso el Virrey prohibió a los alcaldes ordinarios de Celaya traspasar los límites para ir a molestar a los nativos, después se anexó a la ciudad.
ANEXAN EL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN A CELAYA
Como las disposiciones del Virrey sobre la entrega de varas dejaba a salvo la decisión a que llegara la Justicia, al término del juicio de los naturales en contra del Alcalde Mayor de Celaya, que duró de 1665 a 1667, éste terminó con la anexión del Pueblo de la Asunción a Celaya, pero ya como barrio, aunque todavía quedaba extramuros de la ya entonces ciudad.
El alcalde Mayor de Celaya, en su defensa, acusó a los naturales del Pueblo de la Asunción de cometer robos a las casas de los españoles de la Ciudad y a su autoridad de no poner orden entre sus gobernados vecinos.
Aunque documentalmente no hay fecha exacta de la anexión del Pueblo de Nuestra Señora de la Asunción a la ciudad de Celaya, se considera que pudo ser al término de este juicio, porque todavía 1668 se da la Real Provisión del Rey Carlos II de España.
INUNDACIÓN Y ABANDONO DEL PUEBLO
Por todo ello, cuando el pueblo fue destruido, por una inundación, el 28 de junio de 1692, los naturales no quisieron reconstruirlo y prefirieron diseminarse en los barrios y poblados de la región, según cita Rafael Zamarroni en la Pag. 15 del libro citado, quien desde su punto de vista esta inundación fue provocada.Cien años duró el abandono de los pobladores. Fue hasta mediados del siglo XVII cuando algunos indigentes empezaron a construir sus chozas en las proximidades del templo del Señor del Zapote.En 1792 se le vuelve a mencionar, a mencionar en calidad de barrio, en un padrón levantado por el Cura Párroco y Juez Eclesiástico Don Joseph de Michelena, figurando con el nombre de Barrio de la Asunción (nombre que mantiene hasta Octubre de 1811).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario