El templo del barrio de El Zapote y el monumento a la Fundación de Celaya. |
*La toponimia urbana es parte de la tradición de un pueblo,
que da significado, identidad y pertenencia a su gente; hoy, se le considera
parte del patrimonio cultural de una comunidad: El Zapote, el Puente de las
Monas, El Chubasco, el Riyito, el Parián, las Cajas, entre otros
AGP
En Celaya hay lugares de referencia común que se
popularizaron en el tiempo; algunos permanecen, pese a ya no existir la
realidad que les dio origen, otros son como recuerdos borrosos en el imaginario
social y muchos más se perdieron en el tiempo. La dinámica social cambiante y
la modernidad los pone en riesgo, más que en otros tiempos.
Hasta hace algunos años, los celayenses conocían
dónde había impactado el supuesto “Cañonazo de Villa”; decían que, al ir del
jardín principal a “El Zapote”, lugar donde se fundó Celaya, se pasaba por “El
Chubasco” o por la “Alameda Hidalgo”; los más profanos y noctámbulos se citaban
en “El Gallo de Oro”, que estaba a un costado del “Puente de las Monas”; pero
los de más clase, diría hoy el Presidente, “los fifís”, lo hacían en “La
Universal”, de Casimiro.
Entre la gente piadosa, como los albañiles, entre
otros gremios, visitaban el templo de “La Cruz” el 3 de mayo; este templo
estaba al final de “Calzada Independencia” y la calle Morelos; al quitar esta
construcción, al fondo quedó al descubierto “La Balanza”; por el pasaje
Guadalupe Victoria estaba “El Palmar Nacional” y por Democracia aún se
encuentra “La Guadalupana”.
La torre de San Francisco, la Bola del Agua y la torre del mercado Morelos. |
El ícono por excelencia de la ciudad y referente
para todo visitante es “La Bola del Agua” y la “Columna de la Independencia”,
Junto con el templo de San Francisco, dedicado a la Purísima Concepción, el que
muchos visitantes confunden con la catedral, la cual está ubicada al lado
poniente del templo franciscano, mismo que en tiempo de la colonia fue el
“Templo de Indios”.
Todavía en los años ochenta del siglo pasado, muchos
celayenses y visitantes se iban a bañar a los “Baños El Carmen” o a los “Baños
Josefinos”; otros, de más “caché” (de más dinero) iban a “Los Arcos”, hasta que
se inventaron las piscinas familiares; pero, años más atrás, la gente de los
barrios se bañaba a “las cajas”, al sur de la ciudad, por “Palo Seco”, donde se
juntaba el agua de los canales, para regar los cultivos; en el norte estaba la
Recibidora, de la Hacienda de Roque.
La “Saca de la Venta”, al lado norte del panteón
municipal, era un canal a cielo abierto, de la avenida Tecnológico a El Sauz,
donde varios automovilistas fueron a parar al fondo en tiempo de lluvias, por
el lodazal que se hacía. A un lado y otro estaban los campos de futbol del
panteón y los de Vallehermoso, asentamiento que la gente nombraba como
“Vallelodoso”. Otros campos de futbol eran los de los “Campos Molina”, los de
“La Coca”, los de “Tierra Blanca”, todos de tierra, hasta los de la deportiva
Miguel Alemán.
Templo del Carmen, obra de Francisco Eduardo Treguerras. |
Las bodas más importantes se realizaban en el
“Templo del Carmen”, hasta que se pusieron de moda las playas y luego San
Miguel de Allende, con su catedral, según le llama la gente a su templo
parroquial tradicional.
Antes de que existiera el “Mercado Morelos”, los
comerciantes locales y los que traían sus productos del campo a ventar a la
ciudad, lo hacían en “El Parián”, una explanada ubicada en la parte norponiente
del templo del Carmen, junto al “Jardín del Niño Artillero”. Muy cerca de ahí
estaba El Parque, donde se construyó el mercado 5 de Febrero.
Muchos de los nombres citados no fueron impuestos
oficialmente, la gente se los dio por diferentes motivos, como parte de su
identidad y referentes populares; algunos con mucho peso y tradición, pero
otros sin mayor trascendencia.
Recientemente, en agosto de 2018, se descubrieron
los vestigios de un puente sobre sobre la calle Madero y Río Bravo. El
historiador Rafael Soldara Luna, con unos planos de Celaya en la mano, uno
elaborado por Mariano de Orihuela, en 1806; otro, por Francisco Eduardo
Tresguerras, en 1810, y el tercero, por el agrimensor José Ignacio Pérez, en
1869, dijo que se trataba de un puente construido sobre el arroyo conocido como
“El Riyito”, que corría de norte a sur, desde los nacimientos naturales de “las
ciénegas”, ubicadas en el norporiente de lo que hoy es la colonia Alameda.
Sobre ese mismo Riyito, pero en la calle Morelos,
que era la salida del “Camino Real a Querétaro”, en tiempo de la Colonia, el
escultor Longinos Núñez construyó el que hoy se conoce como el “Puente de Las
Monas”, en 1844.
En los años ochenta del siglo pasado, todavía había
señales del riyito en los patios de algunas casas, mesones y vecindades de esta
zona, que se construyeron en los terrenos de la huerta del Convento de San
Francisco, después de haber sido expropiados a consecuencia de las Leyes de
Reforma.
“El Riyito”, el “Puente de Las Monas”, las
“Ciénegas”, entre muchos otros lugares de los citados, son parte de “toponimia
urbana” de Celaya; de su geografía y del imaginario de la sociedad; son nombres
que se han dado a determinados lugares por diversas motivaciones y significados
concretos, ya sea por su origen, por su contexto o por su contenido.
La toponimia urbana es parte de la tradición de un
pueblo, que da significado, identidad y pertenencia a su gente; hoy, se le considera,
también, parte del patrimonio cultural de una comunidad.
Además de los lugares citados, se pueden agregar,
entre muchos otros: “El Panal”, “La Rodilla del Diablo”, “Cañitos”, “La
Begoña”, la Plaza de Toros Aldama, la Plaza de Toros de los Jordan, la Glorieta
de la Pepsi, la Estación del Tren.
A estos referentes populares, se suman también: el
Río Laja, el Río Querétaro, el Puente Tresguerras, el Puente de La Moja (o
puente Moja), el Puente de la Victoria, la Recibidora, la Saca de la Venta, El
Canal de Labradores, Pelavacas y hoy el Parque Lineal.
Durante el tiempo de la Colonia y hasta después de
la Revolución, la principal actividad económica dependía de las haciendas y de
las primeras fábricas, de ahí que también fueron referentes importantes: la
Hacienda de Trojes, la Hacienda de Santa Rita, la Hacienda de Roque, la
Hacienda de Santa Anita, la Hacienda de San Juanico, la Hacienda de San
Nicolás, la Hacienda de Camargo, la Hacienda Don Gu, la Hacienda Del Bosque, la
Hacienda de Juan Martín, la Fábrica de Hilados y Tejidos Zempoala, La Favorita,
El Buen Tono, el Molino del Carmen (en 5 de Mayo), después la Harinera Euskaro,
la EMBASA, Arancia, Cuadritos, la Coca, la Pépsi y Mister Q., entre otras.
Los templos y barrios también han sido sitios de
reunión y referencia de los pobladores: El Zapote, San Francisco, la Tercera
Orden, San Agustín, El Carmen, San Juan de Dios (hospital fundado por Don Vasco
de Quiroga), San Antonio, La Merced, Santiaguito y “la calle de los moneros”,
Tierras Negras, El Santuario, San Miguel, San Juan, La Resurrección, La Cruz y
Santo Cristo, donde estaba la calle de los Encuerados, entre otros.
Como estos nombres, han existido muchos, que han
sido y son lugares de referencia popular en Celaya, que le dan significado,
identidad y pertenencia a sus habitantes.
Hoy se le conoce, por los estudiosos del tema, como
la “Toponimia Urbana”, misma que en otros lugares ha permitido realizar
proyectos de rescate y preservación, como parte de un patrimonio intangible;
forma parte de la historia de determinados grupos sociales o de toda una
población, que perduran en el tiempo o que se pierden rápidamente, amenazados
por la urbanización y la modernidad.
Una investigación del historiador José Jorge Delgado
Buendía, del área de Servicios Educativos del Museo de Celaya, Historia
Regional, coordinado por el historiador Rafael Soldara Luna, que publicaremos,
caso por caso, en este espacio, permitirá conocer el origen de algunos nombres
de los lugares más populares, que sirven o servían de referencia y orientación
a los pobladores.
También participaron en este trabajo: Estefanía
Juárez Herrera, Estela Blanca Elodia Reyna Rodríguez y José Jorge Delgado
Llanos.
(En la próxima entrega trataremos lo sucedido con El
Parián).
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